domingo, 23 de junio de 2013

Comentario respecto del falo según Lacan

«¿Quién no se da cuenta de que el mito de Edipo resulta necesario para designar lo real? Porque es exactamente necesario lo que él pretende hacer. O, más exactamente, aquello a lo que el teórico se limita cuando formula este hipermito, es a que lo real, hablando con propiedad ¿se encarna en qué? ¿en el goce sexual como qué? Como imposible, puesto que el edipo señala el ser mítico cuyo goce, su goce propio, ¿sería el de qué? El de todas las miujeres.

Que semejante aparato se imponga aquí, de algún modo por el discurso mismo, ¿no es la coincidencia más segura entre lo que enuncio como teoría relativa al preponderancia del discurso y todo lo que se refiere precisamente al goce? La teoría analítica articula algo cuyo carácter aprehensible como objeto es lo que designo con el objeto a, en la medida en que, por cierto número de contingencias orgánicas favorables, seno excremento, mirada o voz, ocupan el lugar definido como plus-de-gozar.

¿Qué enuncia la teoría sino que la relación con este plus-de-gozar es esencial para el sujeto? En nombre de esta relación, la función de la madre se vuelve preponderante en toda nuestra observación analítica. A decir verdad, el plus-de-gozar solo se normaliza por una relación que se establece con el goce sexual, teniendo en cuenta que este goce no se formula, no se articula más que por el falo, en la medida en que es su significante. Alguien escribió un día que el falo sería el significante que designaría la falta de significante. Es absurdo, nunca articulé nada semejante. El falo es propiamente el goce sexual por cuanto está coordinado con un semblante, es solidario de un semblante.»
J.L. S.18 C.II, 32.