En
un comentario sobre el estudio que Freud dedica a die
unheimlichkeit, Jacques Lacan
identifica el Heim,
que Freud muestra −tomando apoyo en los diccionarios− como
equivalente al Unheim,
con ese punto lo que en en su terminología denomina menos
φ. Más allá de la imagen
especular con la que se identifica el hombre, está ese punto situado
en el Otro que denomina su casa.
Este punto, agrega, no es simplemente el deseo como deseo del Otro o
en el Otro sino
también que el deseo entra en el sitio donde es esperado bajo la
forma del objeto que es el sujeto exiliado de su subjetividad.
Plantea
entonces “¿qué es el fantasma sino ein
Wunsch, un anhelo, bastante
ingenuo?”. Y asevera “Para expresarlo humorísticamente, diría
que la fórmula del fantasma $ deseo
de a puede traducirse
desde esta perspectiva: que el Otro se desvanezca, se quede pasmado,
ante ese objeto que soy, con la salvedad de que yo me veo”. Con lo
cual se ve conducido a otro, i.e. “¿para qué puede servirle al
neurótico el fantasma perverso?”¹.
Comencemos
recordando que en el fantasma perverso,
el a se encuentra
donde el sujeto no puede verlo y el sujeto tachado en su lugar. Pero
esto se pone de manifiesta debido al neurótico, y el uso que hace de
él. Y su nota característica, citada en primer término, es que en
el caso suyo, en fantasma se ubica todo en el lugar del Otro.
Entonces ¿a qué fines le sirve a él? Pues bien, a los de
defenderse de la angustia. Pero ese objeto a
−precisa− que sirve para recubrir la angustia es también “el
cebo con el qu retienen al Otro”. Y califica de 'uso falaz' del
objeto al que recibe en el fantasma neurótico.
Trasladas al Otro la función del a
signifia, en este caso que tras él está la realidad de la demanda.
Y la conocida frase “El verdadero objeto que busca el neurótico es
una demanda que quiere que se le demnde. Quiere que le supliquen. Lo
único que no quiere pagares el precio”².
De
esto se ha deducido el “fantasma de la oblatividad” (deducción
falaz también). Razonando: como no quiere dar nada −lo cual se
relaciona con que su dificultad es del orden del recibir− si
quisiera hacerlo todo andaría bien. A lo que responde que si algo
que se debería enseñar al neurótico a dar es su angustia.
A
partir de aquí retoma la cuestión de la angustia de la castración
respecto de la cual había dicho que no es ante ella que recula el
neurótico sino que la convierte en aquello que le falta al Otro.
El
neurótico no da su angustia, pero comienza por dar sus síntomas, de
los que habla en su análisis. Como no se le dá lo que pide (pide
que le pidan, como dijimos), entonces empieza a pedir él “empieza
a modular sus propias demandas”. Las cuales, agrega, ocupan entones
ese lugar del Heim. Y
llama a eso la primera entrada en el análisis. Y en el fondo de esta
dialéctica tras todas las formas de demanda surge la relación de
castración. “La castración se encuentra inscrita como relación
en el límite de lcírculo regresivo de la demanda. Aparece ahí
cuando, y en la medida en que, el registro de la demanda está
agotado”³.
__________________
1.
Lacan, Jacques, Seminario X,
diciembre de 1962.
2.
Ibíd.
3.
Ibíd.
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