Dado
que, como es evidente, ninguna letra tiene pies, la expresión que
corrientemente sirve para indicar que se toma una expresión en un
sentido no figurado implica tomarla a ella en uno que sí lo es. No
hay paradoja alguna en eso. No parece del todo clara la formación de
la metáfora. Si decimos, en cambio, callejón sin salida, nos
parece claro que hay de base una comparación entre lo que estemos
mencionando traslaticiamente con la expresión y lo que sería su
significado literal, i.e. un callejón que no tenga salida. En el
otro ejemplo, la metáfora es clara en cuanto a su sentido figurado,
pero ¿qué relación tendría con el sentido adjunto a su sentido
literal?
Lacan
en La instancia de la letra en el inconsciente o la razón desde
Freud propone tomar la letra al
pie de la letra. Sin embargo, define:
“designamos como letra ese soporte material que el discurso
concreto toma del lenguaje” y especifica que
se supone que “el lenguaje no se confunde con las diversas
funciones somáticas y psíquicas que le estorban en el sujeto
hablante”.
Habrá
quizá quien se extrañe de semejante definición, aquejada, en
apariencia, de circularidad en cuanto que toma de la noción
formulada en primer lugar sólo lo que es lenguaje (pues cualquier
cosa que le estorbe no puede ser lenguaje, si no por lógica, en este
caso al menos por definición). Dicha circularidad puede ser salvada,
por su puesto, si creemos que hay una alusión implícita con la cual
la referencia no sería circular. Desde luego, la referencia es a las
nociones elementales de la lingüística, en las que lo material del
significante es un concepto que difiere de la materia del
materialismo, no siendo por ello espiritual (por no poder ser
independiente de ella).
Se menciona entonces una de las verdades de suyo consabida del psicoanálisis
lacaniano, a saber, que la estructura del lenguaje preexiste al
sujeto, que hará su entrada en él. Tenemos aquí otra expresión
metafórica. Hacer su entrada
no sólo evoca el mero entrar a algún lugar hecho por alguien, sino
también quizás la entrada en escena,
con lo que esto implica del narcisismo del actor, del ambiente
imaginario que convoca
al espectador y del guión simbólico, etc. Por supuesto también se
alude a la dependencia, en el sentido en que el siervo depende se su
señor, quien le ordena y él se somete. Lo que extraña es por qué
este párrafo es introducido por la frase “por la razón primera”
como si se sugiriera que es dicha relación entre el sujeto y el
lenguaje la razón ya sea de diferenciación del soporte material de
la letra respecto de las funciones orgánicas, ya de la definición
misma de la letra.
Hay después una referencia al trabajo de Jackobson Fundamentals
of language
donde se establece una relación entre los tipos de afasia (y los
déficit que se dan en cada caso) y la metáfora y la metonimia, como
si en un caso fallara la función
metafórica
y en el otro la función
metonímica.
Continúa diciendo que más que del lenguaje, el sujeto es siervo de
“un discurso en el movimiento universal del cual su lugar está ya inscrito en el momento de su nacimiento, aunque sólo fuese bajo la forma de su nombre propio” (p.475).
Se
trata en este caso, desde luego, la la figura de la amplificación,
dado que si el lenguaje preexiste al sujeto, lo hará también en su
nacimiento. Sin embargo, dado que la noción misma de sujeto es
dependiente de la expresión metafórica en la que se lo formula, se
trata aquí de una comparación débil, pues permite extenderla hacia
una compresión contra la que Lacan suele oponerse, a saber, la del sujeto
como persona o individuo (consistente, claro está, con esta
comparación del nacimiento). Además se dice aquí que depende no
del lenguaje sino de un discurso. Ahora bien ¿qué es ese movimiento
universal
del cual su lugar está ya inscrito en el momento de su nacimiento¹?
La equivocidad de la frase (cuando menos su versión castellana) es
inequívoca. Se trata sin duda de una comparación in
statu nascendi
que se mantuvo entre diversas alternativas, suspendiendo la
determinación entre ellas. Podría entenderse, por ejemplo en
el cual
su lugar está ya inscrito en el momento de su nacimiento, y así el
lugar del sujeto estaría inscrito en el movimiento universal. Pero
también podría entenderse que el sujeto es siervo del lenguaje en
ese movimiento, el
cual tiene
su lugar ya inscrito en el momento de su nacimiento. Tal vez puedan
evocarse más alternativas, pero el texto en si no se define al
respecto.
Sigue
el discurso con la evocación del estructuralismo en antropología y
en particular Las
estructuras elementales del parentesco,
de Levi-Strauss y más tarde a algunas consecuencias de la revolución
rusa, cuestiones que dejaremos para entradas posteriores.
El
punto que parece reclamado con mayor énfasis es el valor tan central
otorgado a la oposición entre significante
y significado
considerado por al autor el punto fundacional de la ligüística, la
que a su vez considera en “posición de piloto”
en el giro tomado por las ciencias del hombre en su época (cosa que
también afirmaba Levi-Strauss). Así pues, afirma:
“La temática de esta ciencia, en efecto, está suspendida desde ese momento de la posición primordial del significante y del significado como órdenes distintos y separados inicialmente por una barrera resistente a la significación.Esto es lo que hará posible un estudio exacto de los lazos propios del significante y de la amplitud de su función en la génesis del significado” (p.477)
Sin
duda cierta clase de lector querrá poner en duda la exactitud aquí
prometida, sobre todo en cuanto a cómo entonces explicar en todo su
alcance la cuestión de la metáfora (recuérdese que además de la
metáfora
paterna se
encuentran desarrollos sobre la metáfora
delirante,
la metáfora del
amor...), pero tales cuestiones exceden el espacio de este post.
____
1
“moment
universel
duquel
sa
place
est
déjà
inscrite
à
sa
naissance”,
en el original.
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