sábado, 2 de febrero de 2013

El pie de la letra, el significante y el significado.

Dado que, como es evidente, ninguna letra tiene pies, la expresión que corrientemente sirve para indicar que se toma una expresión en un sentido no figurado implica tomarla a ella en uno que sí lo es. No hay paradoja alguna en eso. No parece del todo clara la formación de la metáfora. Si decimos, en cambio, callejón sin salida, nos parece claro que hay de base una comparación entre lo que estemos mencionando traslaticiamente con la expresión y lo que sería su significado literal, i.e. un callejón que no tenga salida. En el otro ejemplo, la metáfora es clara en cuanto a su sentido figurado, pero ¿qué relación tendría con el sentido adjunto a su sentido literal?

Lacan en La instancia de la letra en el inconsciente o la razón desde Freud propone tomar la letra al pie de la letra. Sin embargo, define: “designamos como letra ese soporte material que el discurso concreto toma del lenguaje” y especifica que se supone que “el lenguaje no se confunde con las diversas funciones somáticas y psíquicas que le estorban en el sujeto hablante”.

Habrá quizá quien se extrañe de semejante definición, aquejada, en apariencia, de circularidad en cuanto que toma de la noción formulada en primer lugar sólo lo que es lenguaje (pues cualquier cosa que le estorbe no puede ser lenguaje, si no por lógica, en este caso al menos por definición). Dicha circularidad puede ser salvada, por su puesto, si creemos que hay una alusión implícita con la cual la referencia no sería circular. Desde luego, la referencia es a las nociones elementales de la lingüística, en las que lo material del significante es un concepto que difiere de la materia del materialismo, no siendo por ello espiritual (por no poder ser independiente de ella).

Se menciona entonces una de las verdades de suyo consabida del psicoanálisis lacaniano, a saber, que la estructura del lenguaje preexiste al sujeto, que hará su entrada en él. Tenemos aquí otra expresión metafórica. Hacer su entrada no sólo evoca el mero entrar a algún lugar hecho por alguien, sino también quizás la entrada en escena, con lo que esto implica del narcisismo del actor, del ambiente imaginario que convoca al espectador y del guión simbólico, etc. Por supuesto también se alude a la dependencia, en el sentido en que el siervo depende se su señor, quien le ordena y él se somete. Lo que extraña es por qué este párrafo es introducido por la frase “por la razón primera” como si se sugiriera que es dicha relación entre el sujeto y el lenguaje la razón ya sea de diferenciación del soporte material de la letra respecto de las funciones orgánicas, ya de la definición misma de la letra.

Hay después una referencia al trabajo de Jackobson Fundamentals of language donde se establece una relación entre los tipos de afasia (y los déficit que se dan en cada caso) y la metáfora y la metonimia, como si en un caso fallara la función metafórica y en el otro la función metonímica. Continúa diciendo que más que del lenguaje, el sujeto es siervo de

un discurso en el movimiento universal del cual su lugar está ya inscrito en el momento de su nacimiento, aunque sólo fuese bajo la forma de su nombre propio” (p.475).

Se trata en este caso, desde luego, la la figura de la amplificación, dado que si el lenguaje preexiste al sujeto, lo hará también en su nacimiento. Sin embargo, dado que la noción misma de sujeto es dependiente de la expresión metafórica en la que se lo formula, se trata aquí de una comparación débil, pues permite extenderla hacia una compresión contra la que Lacan suele oponerse, a saber, la del sujeto como persona o individuo (consistente, claro está, con esta comparación del nacimiento). Además se dice aquí que depende no del lenguaje sino de un discurso. Ahora bien ¿qué es ese movimiento universal del cual su lugar está ya inscrito en el momento de su nacimiento¹? La equivocidad de la frase (cuando menos su versión castellana) es inequívoca. Se trata sin duda de una comparación in statu nascendi que se mantuvo entre diversas alternativas, suspendiendo la determinación entre ellas. Podría entenderse, por ejemplo en el cual su lugar está ya inscrito en el momento de su nacimiento, y así el lugar del sujeto estaría inscrito en el movimiento universal. Pero también podría entenderse que el sujeto es siervo del lenguaje en ese movimiento, el cual tiene su lugar ya inscrito en el momento de su nacimiento. Tal vez puedan evocarse más alternativas, pero el texto en si no se define al respecto.

Sigue el discurso con la evocación del estructuralismo en antropología y en particular Las estructuras elementales del parentesco, de Levi-Strauss y más tarde a algunas consecuencias de la revolución rusa, cuestiones que dejaremos para entradas posteriores.

El punto que parece reclamado con mayor énfasis es el valor tan central otorgado a la oposición entre significante y significado considerado por al autor el punto fundacional de la ligüística, la que a su vez considera en “posición de piloto” en el giro tomado por las ciencias del hombre en su época (cosa que también afirmaba Levi-Strauss). Así pues, afirma:

La temática de esta ciencia, en efecto, está suspendida desde ese momento de la posición primordial del significante y del significado como órdenes distintos y separados inicialmente por una barrera resistente a la significación.

Esto es lo que hará posible un estudio exacto de los lazos propios del significante y de la amplitud de su función en la génesis del significado” (p.477)

Sin duda cierta clase de lector querrá poner en duda la exactitud aquí prometida, sobre todo en cuanto a cómo entonces explicar en todo su alcance la cuestión de la metáfora (recuérdese que además de la metáfora paterna se encuentran desarrollos sobre la metáfora delirante, la metáfora del amor...), pero tales cuestiones exceden el espacio de este post.
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1 “moment universel duquel sa place est déjà inscrite à sa naissance”, en el original.

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