La instancia de la letra en el inconsciente o la razón desde Freud es el título que recibe un texto de Jacques Lacan escrito a mediados de mayo del año 1957, pero que el autor relaciona con una charla en la que participó una semana antes en la Sorbona junto al grupo de filosofía de la Federación de los estudiantes de letras, si bien retoma los temas de su seminario. Fue pubilcado en la revista La Psychanalyse et sciences de l'homme ese mismo año.
Lleva el texto por epígrafe una analogía debida a Leonardo Da Vinci cuyo término literal son las ciudades del mar, y que finalmente sentencia "aquellos que os atan no comprenderán vuestra lengua, como vosotros tampoco los comprenderéis"(473), y comienza aseverando que se encuentra "entre lo escrito y el habla"(íd), definiendo lo primero como determinado, enigmáticamente al parecer, por un apretamiento que "no debe dejar al lector otra salida que su entrada"(íd)
.
El discurso evocado, dice, no se dirige a aquellos psicoanalistas que "toleran que su disciplina se haga valer por una falsa identidad" que califica de "vicio habitual y tal en su efecto mental que incluso la verdadera parece una coartada entre otras, de la que se espera que su redoblamiento refinado no escape a los más sutíles"(474). Y luego, en forma de pregunta, expresa su propio pensamiento al respecto: que la experiencia del psicoanálisis recibe de la palabra su instrumento, su marco, su material y hasta el ruido de fondo de sus incertidumbres"(íd).
Dicha palabra es opuesta, en su teoría, a la estructura del lenguaje. El inconsciente, agrega, no es "la sede de los instintos" lo cual es, o era, creencia generalizada en algunos ambientes analíticos. En cambio, lo que descubre la experiencia analítica es dicha estructura. Vimos ya cómo es que define a la letra: es "el soporte material que el discurso toma del lenguaje"(475).
Lacan afirma que el "algoritmo":
S
s
funda la ciencia lingüística moderna; que interpreta así:
"La temática de esta ciencia, en efecto, está suspendida desde ese momento de la posición primordial del significante y del significado como órdenes distintos y separados inicialmente por una barrera resistente a la significación.
"Esto es lo que hará posible un estudio exacto de los lazos propios del significante y de la amplitud de su función en la génesis del significado"(477).
Es evidente que la atribución de exactitud, al menos si se la entiende a ésta al modo en que concluyen las ciencias que llevan ese nombre, constituye sin duda una hipérbole. Tal vez a lo que con ella se apunte sea al desprendimiento respecto de
"la ilusión de que el significante responde a la función de representar al significado, o digamos mejor: que el significante deba responer de su existencia a título de una significación cualquiera"(478).
Recurre de este modo Lacan a una prosopopeya dado que "responder de" se refiere a una obligación de carácter moral. Esa identificación que impugna de tal modo es la que parece ser llevada a una expresión del mayor grado en las investigaciones filosóficas del positivismo lógico. Lo mismo se opone también a concebir el citado algoritmo saussureano con la imagen de "un paralelismo de sus términos superior e inferior, cada uno tomado únicamente en su globalidad"(íd). Contrapone entonces dos esquemas:
que corresponde a la pubicación de Curso de lingüística de parte de los alumnos de Saussure, y
Dice que entonces
"se produce la sorpresa de una precipitación del sentido inesperada: en la imagen de las dos puertas gemelas que simbolizan con el lugar excusado ofrecido al hombre occidental para satisfacer sus necesidades fuera de su casa, el imperativo que parece compartir con la gran mayoría de las comunidades primitivas y que somete su vida pública a la segregación urinaria"(479).
Y cuenta luego una historia que citaré de modo íntegro:
"Un tren llega a la estación. Un muchachito y una niña, hermano y hermana, en un compartimiento están sentados el uno frente a la otra del lado en que la ventanilla que da al exterior deja desarrollarse la vista de los edificios del andén a lo largo del cual se detiene el tren:
«¡Mira, dice el hermano, estamos en Damas! — ¡Imbécil!, contesta la hermana, ¿no vez que estamos en Caballeros?"(480). Ejemplo que se manifiesta contento de haber fojado, teniendo en cuenta el "relieve que se encuentra en la vivencia de la verdad"(íd),
a la cual lo vincula de tal forma, indicando que va perfecto para el caso. Prosigue luego con la exposición de esta noción de significante, que será dejada para un posteo posterior.
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