miércoles, 24 de abril de 2013

Recordar, repetir, reelaborar, segunda parte.

En la primera parte de este post, habíamos dicho que según Freud lo que repite es «todo cuanto desde las fuentes de su reprimido ya se ha abierto paso hasta su ser manifiesto: sus inhibiciones y sus actitudes inviables, sus rasgos patológicos de carácter» y agrega que «además, durante el tratamiento repite todos sus síntomas».

 En ese punto, prosigue, se advierte que con la compulsión de repetición antes que un hecho nuevo se obtiene una concepción más unificadora (einheitlichere Auffassung [p.8]), que la condición de enfermo del analizante no puede cesar con el inicio del análisis y además que no debe tratarse su enfermedad como un episodio histórico sino como un poder actual: "Esta condición patológica va entrando pieza por pieza dentro del horizonte y del campo de acción de la cura, y mientras el enfermo lo vivencia como algo real-objetivo y actual, tenemos nosotros que realizar el trabajo terapéutico, que en buena parte consiste en la reconducción al pasado" [1].

Pero advierte que «hacer repetir» −según la técnica resultante del abandono de la hipnosis− equivale a convocar un fragmento de vida real, lo cual no es ni inofensivo ni carente de peligro, pues de ahí surge el problema del "«empeoramiento durante la cura»"[2]. Antes del análisis, lo común es frente al síntoma, la política del avestruz, mientras se desprecia como algo sin sentido y se lo menosprecia, se procede reprimiendo sus exteriorizaciones. Pero la cura requiere "que el paciente cobre el coraje de ocupar su atención en los fenómenos de su enfermedad"[3]. Ya no será algo despreciable sino un digno oponente. Esta tolerancia a la condición de enfermo puede explicar en parte al agudizamiento de los conflictos y la emergencia al primer plano de los síntomas. Pero otra cosa es que la resistencia pretenda sacar provecho de la situación abusando de "permiso de estar enfermo"[4]. Es como si la represión lo aprovechara para decir "¡Ahora ven qué es lo que pasa cuando bajo la guardia!". Asimismo, la repetición podrá ejercerse sobre mociones pulsionales que aún no habían logrado abrirse paso, y también se corre el riesgo de que tenga lugar fuera de la transferencia, produciendo efectos duraderos.

Lo que responde a los problemas que se plantean entonces es que la repproducción en un ámbito psíquico sigue siendo la meta (según el modelo de la hipnosis) "aunque se sepa que con la nueva técnica no se lo puede lograr"[5]. Se procura así "retener en un ámbito psíquico" lo impulsos de los que él querría una descarga motriz (un pasaje al acto, según la expresión actual), tramitándolos "mediante el trabajo del recuerdo". Así es como se justifica el consejo de no embarcarse en proyectos de importancia vital durante el análisis.

Tal vez a los fines de clarificar esto cita un ejemplo fallido en que una repetición produjo la interrupción de una cura, "antes que yo hubiera tenido tiempo de decirle algo capaz de impedirle esa repetición"[6]. Pero ¿a qué recurrir entonces en un momento así? Se le da libertad, a la repetición, a deplegarse en el terreno de la transferencia, siempre que se respeten las condiciones de existencia del tratmiento, para así "dar a todos los síntomas un nuevo significado transferencial", o sea sustituyendo "su neurosis ordinaria por una neurosis de transferencia"[7]. Vemos aquí que se apela en cierto modo a un optimismo, pero no por ello el problema deja de estar delimitado. Pero agrega al escrito un comentario adicional.

Se refiere entonces a cierta inclinación, que atribuye a los principiantes del análisis, de confundir el "discernimiento y comunicación" de la resistencia, que es el comienzo de su análisis, con el análisis en su totalidad. En supervisiones se le referían casos donde ningún caso se hacía de las indicaciones del médico en tal sentido. Lo que así se olvida, dice, es que "nombrar la resistencia no puede producir su cese inmediato. Es preciso dar tiempo al enfermo para enfrascarse en la resistencia, no consabida para él, para reelaborarla"[8]. Nótese que, según Strachey Freud modificó en este punto su texto. En la primera edición, decía, respecto de la resistencia en la que se dejaba al enfermo enfrascarse, que le era, ahora, conocida (con su nombramiento). Es evidentemente diferente enfrascarse en algo que es conocido que en algo que no lo es. Tal resistencia, prosigue, no puede ser evitada ni apurada.

El lector puede seguir leyende sobre este tema en este otro post.



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1. Freud, “Recordar repetir reelaborar”, en O.C., T12 Aorrortu, p.153.
2. Ibíd., p.154.
3. Ibíd.
4. Ibíd.
5. Ibíd., p.155.
6. Ibíd.
7. Ibíd., p.156.
8. Ibíd., p.157.

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