El
artículo de Freud Recordar, repetir, reelaborar fue
publicado inicialmente en el año 1914. En él se introduce el
concepto de «compulsión de repetición».
Empieza
recordando al lector las “profundas alteraciones” experimentadas
por la técnica psicoanalítica desde sus inicios. En un primero
momento (catarsis breueriana) se enfocaba en el momento de la
formación de síntoma y un empeño para reproducir los procesos
psíquico de esa situación. Después se renunció a la hipnosis,
reemplazadas por las asociaciones del paciente, y la
“resistencia” se sorteaba mediante la interpretación, pero se
mantenía el enfoque en la situación en que se formó el síntoma.
En tercer lugar, se renunció a hacer foco en una situación o
problema y se recurre a la interpretación para “discernir las
resistencias” y “hacérselas conscientes” al paciente.
Lo
que no cambió, afirma, con todo ello es la meta: “llenar las lagunas del
recuerdo”, “vencer las resistencias de la represión”.
El
olvido (recae sobre impresiones, escenas, vivencias) es la mayoría
de las veces un bloqueo, dice Freud. El paciente agrega en general al
recordar que lo sabía pero no se le había cruzado por la cabeza.
También existen fantasías, “procesos de referimiento” (Beziehungsvorgänge [p.5]), mociones
de sentimiento, nexos, que no fueron olvidados, pues nunca fueron
conscientes, pero se pueden recordar. Además, existen vivencias, de
un tipo particular, tempranas, incomprendidas, pero inteligidas
después; las cuales no se recuerda, pero retornan en sueños, por
ejemplo.
Comparando
las “técnicas” de un momento a otro, escribe, respecto de la
ulterior:
«el
analizado no recuerda,
en general, nada de lo olvidado y reprimido, sino que lo actúa.
No lo reproduce como recuerdo sino como acción; lo repite,
sin saber, desde luego, que lo hace”[1].
Se
enumeran a continuación algunos ejemplos: 1) el analizado dice no
acordarse de haber sido desafiante e incrédulo ante la autoridad
parental, pero es así como se comporta frente al analista. 2) no
recuerda haberse quedado atascado en su investigación sexual
infantil, pero presenta sueños confusos, se queja de que no le salen
las cosas y se dice que es su destino no acabar con ninguna de sus
empresas. 3) no se acuerda de haberse avergonzado por sus quehaceres
sexuales ni temido que lo descubrieran en eso, pero sí del
tratamiento, al que guarda en secreto.
“En
especial, él empieza la
cura con una repetición así”[2]. Es decir, en lugar de hacer uso
de la lengua, una vez que toma conocimiento de la regla fundamental,
no sabe decir el paciente palabra alguna. Agrega “durante el lapso
que permanezca en tratamiento no se liberará de esta compulsión de
repetición”[2].
En
un pasaje se identifican repetición y transferencia (o se subsume
ésta en la aquella), la segunda es “sólo una pieza” de la
primera, la cual “es la transferencia del pasado olvidado” no
sólo sobre el analista. Esto implicará que la repetición no sólo
tenga lugar en el exclusivo ámbito del tratamiento, sino fuera de
él, pudiendo abarcar por ejemplo la elección de un ojeto amoroso,
por ejemplo.
Luego
se dan precisiones sobre lo que repite: “Repite todo cuanto
desde las fuentes de su reprimido ya se ha abierto paso hasta su ser
manifiesto: sus inhibiciones y sus actitudes inviables, sus rasgos
patológicos de carácter” y “sus síntomas”[3].
___________________
1
Freud, “Recordar repetir reelaborar”, en O.C.,
T12 Aorrortu, p152.
2
Ibíd p152
3
Ibíd p153