sábado, 8 de diciembre de 2012

Correlación, causalidad y medicación

La ritalina es una droga que no ha alcanzado en Argentina un consumo tan masivo como parece haberlo heho en otros países. Y parece también haber una correlación entre este hecho y el de que el diagnóstico por ADD tampoco haya prosperado tanto. Este tipo de correlaciones suelen despertar interés. Y tal vez a ello se deba que mientras que la BBC, el New York Times y abcnews, por ejemplo, hayan publicado un estudio sueco sobre una presunta relación entre la prescripción de ritalina y una baja en la criminalidad, en castellano es poco lo que alcanza google, y en primer lugar un medio inglés que publica en español.


El (no tan) escéptico neuroskeptic también ha posteado al respecto, adelantándose a las 'críticas' diciendo que nadie había hablado de causalidad. De todas formas, no hace falta ser demasiado perspicaz para saber que no es necesario mencionarla para que sea invocada. Y que en la cultura en que vivimos difícilmente se ausenta. La "medicalización de la vida cotidiana" ha logrado una extensión tal, por lo demás, que nadie se extrañariá que en algunos países al menos no falten quienes lleven su confianza en la medicación a las políticas penales estatales. Es cierto que en ciertos casos la Ritalina ya es comprada y suministrada en familias donde se pretende un mejor rendimiendo escolar de sus integrantes menores. Pero existen muchas otras que no parecen aún encolumnarse tras los ideales médico-educativos. Y tal vez la prevención, relativa a una cuestión que interesa a gran parte de la sociedad y basada en un cálculo de probabilidades, puede hacer las veces de un motivo para que el estado destine recursos en tal o cual sentido.

En cuanto a la causalidad, creo que los titulares parecen hablar por sí mismos (a diferencia, como decía Freud, de otros significantes) en lo que sugieren: "El tratamiento de ADD 'puede reducir el riesgo de la conducta delictiva'", "ADD, un estudio sugiere vínculos entre medicación y menos delitos".

Recientemente una madre decía que carecía de sentido que la psiquiatra de su hijo le proveyera una determinada medicación, dado que se había indicado inicialmente a causa de sus problemas de "conducta" (tenía 7 años), y tras meses de ingerirla esos problemas no sufrieron cambio. El principal argumento psiquiátrico en casos así suele basarse en el principio axiomático debe medicarse. O más teórico: el tratamiento es la medicación. Sentado esto, su abordaje sólo puede ser cuál es la indicada. Pero esto se encuentra con la concepción, bastante arraigada al parecer, de que la medicación no es inocua, y menos en alguien de 7 años. Algo así como ¿para qué medicar, maxime si la droga no cumple sus promesas? Partiendo de premisas tan distintas es esperable que se posponga en entendimiento de las partes.

domingo, 2 de diciembre de 2012

Más allá del principio de placer. Quinta y última parte.

(ir a la primera parte; ir a la cuarta parte)

VII

En la última parte se examina de nuevo la noción de placer, que había sido presentada como una descarga de excitación, tomando como modelo el acto sexual, “el máximo placer asequible”, que “va unido a la momentánea extinción de una excitación extrema”[1]. La ligazón de la pulsión “una de las más tempranas e importantes funciones del aparato anímico”, “sería una función preparatoria destinada a acomodar la excitación para luego tramitarla definitivamente”[2].

Freud llega a esta conclusión: el afán de placer es más intenso al inicio, pero menos irrestricto. Esto en base a que los procesos excitatorios no ligados provocan sensaciones más intensas que los ligados, y a que si desde el principio el principio de placer no actuase en ellos, no lo haría después.

Hacia el final del texto se plantean algunas cuestiones que podrían suscitar ulteriores estudios. La conciencia toma noticia tanto de las sensaciones placenteras como las displacenteras, pero también lo hace de una cierta tensión, la cual puede ser tanto de una como de otra cualidad. Se indican dos hipótesis: primero, que “por medio de estas diferenciaciones diferenciamos los procesos de la energía ligada y la no ligada” (es decir, supongo, que unos corresponderían tanto a los placenteros como a los displacenteros puestos, o no, en relación con dicha tensión); segundo, que placer y displacer se refieren a variaciones cuantitativas mientras que la tensión a la cantidad absoluta.

Por otra parte, se menciona el hecho del contraste entre la notoriedad de las pulsiones de vida, en contraposición a lo inadvertido en que las de muerte realizan su trabajo. Y la relación directa entre el principio de placer y la pulsión de muerte.


______________
1 Freud, Más allá..., AE p 60

2 Ibíd.