domingo, 2 de diciembre de 2012

Más allá del principio de placer. Quinta y última parte.

(ir a la primera parte; ir a la cuarta parte)

VII

En la última parte se examina de nuevo la noción de placer, que había sido presentada como una descarga de excitación, tomando como modelo el acto sexual, “el máximo placer asequible”, que “va unido a la momentánea extinción de una excitación extrema”[1]. La ligazón de la pulsión “una de las más tempranas e importantes funciones del aparato anímico”, “sería una función preparatoria destinada a acomodar la excitación para luego tramitarla definitivamente”[2].

Freud llega a esta conclusión: el afán de placer es más intenso al inicio, pero menos irrestricto. Esto en base a que los procesos excitatorios no ligados provocan sensaciones más intensas que los ligados, y a que si desde el principio el principio de placer no actuase en ellos, no lo haría después.

Hacia el final del texto se plantean algunas cuestiones que podrían suscitar ulteriores estudios. La conciencia toma noticia tanto de las sensaciones placenteras como las displacenteras, pero también lo hace de una cierta tensión, la cual puede ser tanto de una como de otra cualidad. Se indican dos hipótesis: primero, que “por medio de estas diferenciaciones diferenciamos los procesos de la energía ligada y la no ligada” (es decir, supongo, que unos corresponderían tanto a los placenteros como a los displacenteros puestos, o no, en relación con dicha tensión); segundo, que placer y displacer se refieren a variaciones cuantitativas mientras que la tensión a la cantidad absoluta.

Por otra parte, se menciona el hecho del contraste entre la notoriedad de las pulsiones de vida, en contraposición a lo inadvertido en que las de muerte realizan su trabajo. Y la relación directa entre el principio de placer y la pulsión de muerte.


______________
1 Freud, Más allá..., AE p 60

2 Ibíd.

No hay comentarios:

Publicar un comentario